OCTAVO DÍA — MAÑANA
Oh Dios, que por Tu amor y compasión nos enviaste a Jesucristo para iluminar nuestra oscuridad, dame sabiduría para aprovechar Sus palabras y gracia para seguir Sus pasos.
Jesucristo dijo: Cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien.
Oh Dios, dame gracia para hacerlo hoy.
Jesucristo dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
Oh Dios, dame gracia hoy para pensar, no en lo que puedo obtener, sino en lo que puedo dar.
Jesucristo dijo: Cuando des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.
Oh Dios, concede que lo que yo dé sea sin autocomplacencia y sin buscar alabanza o recompensa.
Jesucristo dijo: Entrad por la puerta estrecha.
Oh Dios, dame gracia hoy para seguir el camino estrecho del deber y la conducta honorable.
Jesucristo dijo: No juzguéis.
Oh Dios, dame gracia hoy para sacar primero la viga de mi propio ojo antes de mirar la paja en el ojo de mi hermano.
Jesucristo dijo: ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?
Oh Dios, dame gracia para vivir este día de manera que, aunque pierda cualquier otra cosa, no pierda mi alma.
Jesucristo dijo: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
OCTAVO DÍA — NOCHE
Oh Dios, Padre de toda la humanidad, quiero presentarte esta noche la carga de la vida del mundo. Me uno a la gran compañía dispersa de aquellos que, en cada rincón de la tierra, claman ahora a Ti en su necesidad. Óyenos, oh Dios, y mira con compasión nuestras muchas necesidades, pues solo Tú puedes satisfacer todo nuestro anhelo.
En especial encomiendo a Tu santo cuidado:
A todos los que esta noche están lejos de su hogar y amigos;
A todos los que esta noche se acuestan con hambre o frío;
A todos los que sufren dolor;
A todos los que están despiertos por ansiedad o incertidumbre;
A todos los que enfrentan peligro;
A todos los que deben trabajar o velar mientras otros duermen.
Concédeles a todos ellos, te ruego, tal sentido de Tu presencia que su soledad se convierta en consuelo y sus problemas en paz.
Oh Dios de infinito amor, que en la persona de Tu Hijo Jesucristo manifestaste Tu amor a los hombres al aliviar todo sufrimiento y sanar toda enfermedad, concede Tu bendición, te ruego, a todos los que en cualquier parte del mundo sirven en el nombre de Cristo:
A todos los ministros del evangelio de Cristo;
A todos los trabajadores sociales;
A todos los misioneros en el extranjero;
A todos los médicos y enfermeras que cuidan fielmente a los enfermos.
Realiza por medio de ellos Tu gran propósito de buena voluntad hacia los hombres, y concédeles en su propio corazón el gozo de la más real presencia de Cristo.
Y a mí también, al acostarme, concédeme, oh Padre misericordioso, el gozo de una vida rendida al servicio de Cristo y la paz del perdón de los pecados por el poder de Su cruz. Amén.
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