CUARTO DÍA — MAÑANA
Dios todopoderoso y eterno,
Tú estás oculto a mi vista;
Estás más allá del entendimiento de mi mente;
Tus pensamientos no son como mis pensamientos;
Tus caminos son insondables.
Sin embargo, has soplado Tu Espíritu en mi vida;
Has formado mi mente para buscarte;
Has inclinado mi corazón para amarte;
Me has hecho inquieto por todo lo que no es reposar en Ti;
Has plantado en mí hambre y sed
que me hacen insatisfecho con todos los goces de la tierra.
Oh Señor Dios, alabo y engrandezco Tu nombre porque has puesto Tu sello sobre lo más íntimo de mi ser, no dejándome al pobre y mezquino imperio de mi egoísmo o de mis deseos y pasiones animales, sino llamándome a ser heredero de Tu Reino eterno. Te bendigo por ese llamado que golpea la puerta de mi corazón advirtiéndome de Tu presencia que espera. Te bendigo por Tu mano sobre mi vida y por la firme certeza de que, aunque vacile y falle, debajo están siempre Tus brazos eternos.
Oh Tú, que solo conoces lo que me espera en este día, concédeme que en cada hora permanezca cerca de Ti. Haz que esté en el mundo, pero no sea del mundo. Permíteme usar este mundo sin abusar de él. Si compro, que sea como si no poseyera nada. Si no tengo nada, que sea como si lo poseyera todo. Haz que hoy no emprenda nada que no esté de acuerdo con Tu voluntad para mi vida, ni rehúya sacrificio alguno que Tu voluntad demande. Sugiere, dirige y controla cada movimiento de mi mente; por amor de mi Señor Cristo. Amén.
CUARTO DÍA — NOCHE
Oh Tú, ante cuyos ojos todos los corazones humanos están desnudos y abiertos, no permitas que intente ocultarte nada de lo que hoy he hecho, pensado o imaginado. Lo que deba quedar siempre oculto al conocimiento de los demás, permíteme ahora reconocerlo abiertamente ante Tu presencia. Que la vergüenza impropia que no me impidió cometerlo no me impida ahora confesarlo.
Oh Tú, cuyas tiernas misericordias están sobre todas Tus obras, humildemente y con pesar imploro Tu perdón por los pecados de este día:
Por todo pensamiento debilitante y contaminante al que mi mente haya dado lugar:
Por toda palabra pronunciada con apresuramiento o pasión:
Por todo fracaso en el dominio propio:
Por todo tropiezo que por acción o ejemplo haya puesto en el camino de otro:
Por toda oportunidad perdida:
Por toda bendición recibida sin gratitud:
Por pies perezosos y una voluntad que posterga:
Por esto…
Y esto…
Y esto…
Y concédeme que, al pasar los días, Tu Espíritu gobierne cada vez más en mi corazón, dándome victoria sobre estos y todos los demás caminos pecaminosos.
A Tu amorosa custodia, oh santo Padre, encomiendo a todos los que me son queridos, especialmente a… y a…. Bendice a todos aquellos entre quienes me has colocado, y concédeles un profundo y satisfactorio sentido de Tu realidad y poder. Permanece con todos los que esta noche están en peligro o angustia. Está en cada corazón afligido, en cada hogar herido, junto a cada lecho de dolor, otorgando a todos la bendición de Tu paz. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario