TERCER DÍA — MAÑANA
Dueño de mi vida, cuya ley con gusto quisiera guardar, cuya comunión anhelo disfrutar, y a cuyo servicio quisiera ser leal, me arrodillo ante Ti mientras me envías a la labor de un nuevo día.
Por este nuevo día te doy humildes gracias: por su alegría y su luz; por sus largas horas que esperan ser llenadas con trabajo gozoso y útil; por sus puertas abiertas de posibilidades; por su esperanza de nuevos comienzos. Avivando en mi corazón, te ruego, el deseo de aprovechar plenamente las oportunidades de este día. No permitas que rompa la fe de las promesas de ayer, ni deje sin reparar las faltas cometidas. No me dejes pasar de largo ante un compañero de viaje en aflicción, sino que me detenga a ayudarlo. No permitas que deje deber alguno sin cumplir ni que ninguna tentación quede sin resistir. Donde mis acciones puedan ayudar a que este mundo sea un lugar mejor para vivir, donde mis palabras puedan animar un corazón abatido o fortalecer una voluntad débil, donde mi oración pueda servir a la extensión del Reino de Cristo, allí permíteme actuar, hablar y orar.
Este día, oh Señor—
dame cortesía;
dame mansedumbre de carácter, con firmeza de decisión;
dame paciencia;
dame caridad;
dame castidad;
dame sinceridad en el hablar;
dame diligencia en la tarea que me corresponde.
Oh Tú, que en la plenitud del tiempo levantaste a nuestro Señor y Salvador Jesucristo para iluminar nuestros corazones con el conocimiento de Tu amor, concédeme la gracia de ser digno de Su nombre. Amén.
TERCER DÍA — NOCHE
Oh Tú, sapientísimo, grandísimo, santísimo, que en sabiduría, poder y tierna misericordia me creaste a Tu imagen; Tú me has dado esta vida para vivir, has determinado mi suerte y establecido los límites de mi morada; me has rodeado de influencias bondadosas y benéficas, has escrito Tu ley en mi corazón.
Y en la cámara más secreta de mi corazón Tú estás ahora, esperando para encontrarte y hablar conmigo, ofreciéndome libremente Tu comunión a pesar de todos mis pecados. Permíteme ahora aprovechar este camino abierto hacia la paz interior. Concédeme acercarme a Tu presencia con humildad y reverencia. Permíteme ir con el espíritu de mi Señor y Maestro Jesucristo. Ayúdame a dejar atrás toda infructuosidad, todo deseo indigno, todo pensamiento de malicia hacia mis semejantes, toda vacilación en rendir mi voluntad a la Tuya.
En Tu voluntad, oh Señor, está mi paz.
En Tu amor está mi descanso.
En Tu servicio está mi gozo.
Tú eres todo el deseo de mi corazón.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti?
Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.
En Tu presencia, oh Dios, no pienso solo en mí mismo, sino también en otros, mis semejantes:
De mis amigos, especialmente de… y de…;
De aquellos que hoy han trabajado o jugado conmigo;
De aquellos que están en tristeza;
De aquellos que están llevando las cargas de otros;
De aquellos que están en puestos difíciles o solitarios, avanzadas de Tu Reino:
Oh Tú, que eres el único Dios y Padre de todos nosotros, acércate a nosotros esta noche y bondadosamente vela por nuestras almas. Escucha mi oración por amor de Jesucristo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario