Día Trigésimo Primero – Mañana:
¡Salve, oh Señor mi Rey! Con reverencia te saludo al inicio de otro día. Toda alabanza, amor y lealtad sean para Ti, oh Señor altísimo.
Prohíbe, oh Señor Dios, que mis pensamientos hoy estén completamente ocupados con el espectáculo pasajero del mundo. Viendo que en Tu bondad amorosa me has dado el poder de elevar mi mente a la contemplación de cosas invisibles y eternas, impide que permanezca contento con las cosas de los sentidos y del tiempo. Concédeme más bien que cada día pueda hacer algo que fortalezca mi asidero en el mundo invisible, que aumente mi sentido de su realidad y que una mi corazón a sus intereses santos; para que, al acercarse el fin de mi vida terrenal, no llegue a ser parte de estos fugaces alrededores terrenales, sino que cada vez más me conforme a la vida del mundo venidero.
Oh Tú que ves y conoces todas las cosas, dame gracia, te ruego, para conocerte y verte en tu gracia, para que al conocerte me conozca a mí mismo tal como realmente soy; para que al conocerte más perfectamente, pueda verme como realmente soy ante Ti. Concédeme hoy una clara visión de mi vida en el tiempo tal como aparece a la luz de Tu eternidad. Muéstrame mi pequeñez y Tu infinita grandeza. Muéstrame mi propio pecado y Tu perfecta justicia. Muéstrame mi falta de amor y Tu amor inagotable. Y en Tu misericordia muéstrame también cómo, siendo tan pequeño, puedo refugiarme en Tu grandeza; cómo, siendo tan pecador, puedo apoyarme en Tu justicia; y cómo, siendo tan falto de amor, puedo esconderme en Tu amor perdonador. Haz que mis pensamientos hoy moren mucho en el amor y en la vida y muerte de Jesucristo mi Señor, para que yo vea todas las cosas a la luz de la redención que me has concedido en Su nombre. Amén.
Día Trigésimo Primero – Tarde:
Oh Tú, que eres el Señor de la noche como del día, y a cuya voluntad obedecen todas las estrellas, en esta hora de oscuridad yo también someto mi voluntad a la Tuya.
De los impulsos de la propia voluntad dentro de mi corazón:
De evitar cobardemente el deber necesario:
De huir con rebeldía del sufrimiento necesario:
Del descontento con mi suerte:
De los celos hacia aquellos cuya suerte es más fácil:
De menospreciar el único talento que me has dado, porque no me has dado cinco o diez:
Del orgullo sin amor:
Del pensamiento indisciplinado:
De la falta de disposición para aprender y para servir:
Oh Dios, líbrame.
Oh Dios mi Padre, que muchas veces estás más cerca de mí cuando estoy más alejado de Ti, y que estás cerca incluso cuando siento que me has abandonado, concédeme misericordiosamente que la derrota de mi voluntad propia sea el triunfo en mí de Tu eterno propósito.
Haz que crezca en la certeza de Tu realidad y poder:
Haz que obtenga una mente más clara respecto al sentido de mi vida en la tierra:
Haz que fortalezca mi asidero en la vida eterna:
Haz que mire más y más hacia lo invisible:
Haz que mis deseos se tornen menos rebeldes y mis pensamientos más puros:
Haz que mi amor por mis semejantes crezca más profundo y tierno, y que esté más dispuesto a cargar con sus cargas sobre mí mismo.
A Tu cuidado, oh Dios, encomiendo mi alma y las almas de todos aquellos a quienes amo y que me aman; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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