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Bienvenidos a www.aleguitarra.com Mi nombre es Alejandro López, vivo en la ciudad de Mercedes de Uruguay junto a mi esposa Delia y n...

Día 15

 Decimoquinto Día — Mañana

Oh Dios, que eres desde la eternidad hasta la eternidad, y que no estás en un solo momento ni en un solo lugar porque todos los tiempos y lugares están en Ti, ahora busco entender mi destino como hijo Tuyo. Aquí estoy, débil y mortal, ante las inmensidades de la naturaleza. Pero bendito seas Tú, oh Señor Dios, que me has hecho a Tu semejanza y has soplado en mí el aliento de Tu propia vida. Dentro de este pobre cuerpo, Tú has puesto una chispa de Tu propio Espíritu. Dentro de esta carne que está destinada a la corrupción, y dentro de este cuerpo mortal, has implantado la incorruptibilidad y la inmortalidad. Así, desde este pequeño lugar y en esta corta hora, puedo elevar mi mente más allá de todo tiempo y espacio hacia Ti, el No Creado, hasta que la luz de Tu rostro ilumine toda mi vida.

Haz que recuerde que mi cuerpo mortal no es más que el siervo de mi alma inmortal:
Haz que recuerde cuán incierto es mi apego a mi vida física:
Haz que recuerde que aquí no tengo ciudad permanente, sino sólo un lugar de peregrinaje y un tiempo de prueba y entrenamiento:
Haz que use este mundo sin abusar de él:
Haz que esté en este mundo pero no sea de él:
Haz que, teniendo nada, posea todas las cosas:
Haz que entienda la vanidad de lo temporal y la gloria de lo eterno:
Haz que mi mundo no esté centrado en mí, sino en Ti:

Dios Todopoderoso, que resucitaste de entre los muertos a nuestro Señor Jesucristo y lo pusiste a Tu diestra en gloria eterna, te doy gracias por esta esperanza de inmortalidad con la que, a lo largo de muchas edades, has consolado e iluminado las almas de Tus santos, y que has sellado con certeza por medio de ese mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.




Decimoquinto Día — Noche

Oh Dios de misericordia, que cuidas de mí como si no tuvieras a nadie más a quien cuidar, y sin embargo cuidas de todos con el mismo amor con que cuidas de mí, encomiendo a Ti mis propias necesidades y también las de todo este mundo del que formo parte.

Recuérdame en Tu misericordia, oh Dios, y guárdame por Tu gracia. Perdona el escaso uso que hoy he hecho de los talentos que me has confiado. Cubre la pobreza de mi servicio con la abundancia de Tu propio recurso divino. Pero concédeme también que, a medida que pasan los días, pueda ser fortalecido por Tu ayuda, para que mi servicio sea menos indigno, y mis pecados menos dolorosos para Ti. Que Cristo reine cada vez más en mi corazón y purifique mis acciones.

Recuerda también en Tu misericordia a todos los hombres. Que la tierra se llene con Tu alabanza y se alegre con el conocimiento de Tu nombre. Que todos los pueblos reciban un sentido de Tu grandeza excelente. Que las naciones Te teman. Que Tu gloria gobierne en cada tribunal y mercado. Que Tu ley sea honrada en todos los lugares. Redime la vida del mundo entero, oh Dios, y transfórmala plenamente por el poder de la Santa Cruz.

Oh Tú, que en Tu gracia te dignaste usar nuestros pobres esfuerzos humanos para el cumplimiento de Tu bendito propósito, oro por todos los que están dedicando su vida a la evangelización del mundo. Oro por todos los misioneros en tierras extranjeras, especialmente… Oro por todos los que trabajan en favor de la paz y el entendimiento entre las naciones, y por todos los que luchan por derribar los muros que dividen a judíos y gentiles, esclavos y libres, y hacerlos uno en Cristo Jesús. Anímalos con el gozo de Tu presencia, e infunde en mí el deseo urgente de apoyar y sostener sus labores en lo que me sea posible; por Jesucristo. Amén.

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