Día 14

 DECIMOCUARTO DÍA — MAÑANA

Oh Tú que habitas en nuestra pobre y miserable vida humana, elevándola ahora y después por encima del dominio de la pasión animal y la codicia, permitiendo que brille con las luces prestadas del amor, la alegría y la paz, y haciéndola un espejo de las bellezas de un mundo invisible, concédeme que mi parte en la vida de hoy no oscurezca el esplendor de Tu presencia, sino que lo haga más claramente visible a los ojos de mis semejantes.

Haz que hoy me mantenga firme—
por todo lo que es puro, verdadero, justo y bueno;
por el avance de la ciencia, la educación y el verdadero aprendizaje;
por la redención de los afanes diarios de la plaga del egoísmo;
por la causa de los débiles y los oprimidos;
por la cooperación industrial y la ayuda mutua;
por la conservación de las ricas tradiciones del pasado;
por el reconocimiento de nuevas obras de Tu Espíritu en las mentes de los hombres de mi tiempo;
por la esperanza de días aún más gloriosos por venir.

Hoy, oh Señor—
haz que ponga lo correcto por encima del interés;
que ponga a los demás por encima de mí mismo;
que ponga las cosas del espíritu por encima de las cosas del cuerpo;
que ponga la consecución de fines nobles por encima del disfrute de los placeres presentes;
que ponga el principio por encima de la reputación;
que Te ponga a Ti por encima de todo lo demás.

Oh Tú cuyo reflejo de gloria trascendente apareció intacto en el rostro de Jesucristo, dame hoy un corazón como el Suyo: un corazón valiente, un corazón verdadero, un corazón tierno, un corazón con gran amplitud, un corazón fijo en Ti; por amor a Su nombre. Amén.

Decimocuarto Día – Noche

Oh Amor divino, que permaneces eternamente a las puertas cerradas de las almas de los hombres, llamando una y otra vez, ¿no me darás ahora la gracia de abrir todas las puertas de mi alma? Esta noche, que se quite todo cerrojo y barra que hasta ahora me haya robado la vida, la luz y el amor.

Dame un oído abierto, oh Dios, para escuchar Tu voz llamándome a grandes empresas. Con demasiada frecuencia he estado sordo a los llamados que Tú me has dirigido, pero ahora dame el valor para responder: “Heme aquí, envíame a mí”. Y cuando alguno de Tus hijos, mis hermanos humanos, clame en necesidad, dame entonces un oído abierto para oír en ese clamor Tu llamado al servicio.

Dame una mente abierta, oh Dios, una mente lista para recibir y acoger tal nueva luz de conocimiento como Tú quieras revelarme. Que el pasado nunca sea para mí un límite para el futuro. Dame valor para cambiar de opinión cuando sea necesario. Hazme tolerante a los pensamientos de otros y hospitalario a toda luz que pueda llegar a mí a través de ellos.

Dame ojos abiertos, oh Dios, ojos prontos para descubrir Tu presencia habitando en el mundo que Tú has hecho. Que todas las cosas hermosas me llenen de gozo y me eleven a Tu eterna hermosura. Perdona toda mi ceguera pasada a la grandeza y gloria de la naturaleza, al encanto de los niños pequeños, a las sublimidades de la historia humana y a todas las insinuaciones de Tu presencia que contienen estas cosas.

Dame manos abiertas, oh Dios, manos listas para compartir con todos los que están en necesidad las bendiciones con las que Tú has enriquecido mi vida. Líbrame de toda mezquindad y avaricia. Haz que administre mi dinero y confíe todos mis bienes materiales para Ti; a quien ahora sea todo honor y gloria. Amén.