Día Diecinueve — Mañana
Bendito seas, Dios misericordioso, porque nuevamente has hecho brotar la luz de la oscuridad y has hecho aparecer la mañana. Bendito seas porque me concedes salir con salud y vigor a los deberes y tareas de un nuevo día. Ve conmigo, te ruego, durante las horas de sol, y protégeme de todo mal camino, para que, al llegar la noche, no tenga que inclinar mi cabeza con vergüenza.
Oh Tú, que tan bondadosamente me has llamado a ser tu siervo, quiero estar listo hoy para cumplir tu más mínima orden. Dame tu Espíritu, te lo ruego, para mantenerme en constante disciplina, atento a cumplir tu santísima voluntad.
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Que mantenga despierta la agudeza de mi mente.
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Que mis pensamientos sean rectos y verdaderos.
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Que mis pasiones estén bajo control.
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Que mi voluntad permanezca activa.
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Que mi cuerpo se conserve fuerte y sano.
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Que recuerde siempre a Aquel cuya comida era hacer la voluntad del que lo envió.
Señor de la viña, suplico tu bendición sobre todos los que desean servirte siendo diligentes y fieles en sus llamados: llevando la parte que les corresponde de la carga del mundo y cumpliendo sus tareas cotidianas con sencillez y rectitud de corazón.
— Por todos los que cuidan rebaños o trabajan la tierra.
— Por todos los que trabajan en fábricas o minas.
— Por todos los que compran y venden en el mercado.
— Por todos los que trabajan con su mente.
— Por todos los que trabajan con su pluma.
— Por todos los que atienden el hogar.
Señor amado, oro.
En tu gran misericordia, líbranos a todos de las tentaciones que constantemente nos asedian y llévanos a la vida eterna, por el poder de la Santa Cruz. Amén.
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