Día 10

 DÉCIMO DÍA — MAÑANA

Oh Dios, Tú eres mi Dios; temprano te buscaré: mi alma tiene sed de Ti, mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay agua; para ver Tu poder y Tu gloria, así como te he visto en el santuario. Porque Tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán.

Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios. Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo.

¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

Muéstrame, oh Señor, tus caminos; enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame; porque Tú eres el Dios de mi salvación, en Ti espero todo el día.

Pon guarda, oh Señor, a mi boca; guarda la puerta de mis labios.

Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen al Señor. El que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia. El que no da su dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente. El que hace estas cosas no resbalará jamás.

Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh Señor, roca mía y redentor mío. Amén.

DÉCIMO DÍA — NOCHE

Dios todopoderoso y siempre bendito, te doy gracias por el amor con el que me sigues todos los días de mi vida. Te doy gracias porque informas mi mente con Tu divina verdad y fortaleces mi voluntad con Tu gracia. Te doy gracias por cada evidencia de Tu dirección por el Espíritu, y por todos esos pequeños acontecimientos que, aunque en el momento parecen simple casualidad, después aparecen como parte de Tu plan misericordioso para la educación de mi alma. Oh, no permitas que rechace Tu guía ni que apague esta luz que has encendido en mí, sino que crezca cada día en gracia y en el conocimiento de Jesucristo mi Señor y Maestro.

Sin embargo, no quiero pensar solo en mí ni orar solo por mí, ahora que busco Tu presencia. Quiero recordar ante Ti a todos mis hermanos y hermanas humanos que necesitan Tu ayuda. Especialmente esta noche pienso en—

• Los que enfrentan grandes tentaciones:

• Los que están agobiados por tareas demasiado grandes para sus fuerzas:

• Los que están en el valle de la decisión:

• Los que tienen deudas o viven en pobreza:

• Los que sufren las consecuencias de malas acciones de las que hace tiempo se han arrepentido:

• Los que, por su crianza o circunstancias tempranas, nunca han tenido una oportunidad justa en la vida:

• Las familias rotas por la muerte:

• Todos los misioneros del Reino de los Cielos en los lugares más apartados de la tierra:

• Los que levantan la lámpara de la verdad en sitios solitarios:

• … y … y …

Padre querido de toda la humanidad, hazme el canal humano, en la medida que me sea posible, por el cual Tu amor divino y Tu compasión lleguen al corazón y a la vida de algunos de aquellos que me son más cercanos. Amén.