A
Hay cantar que mi alma llena
E A
Con la dicha y paz suprema;
D
Y su dulce voz resuena,
AE A D A
Cristo puede, sí, salvar.
CORO
D A
(oh cantádmelo otra vez)
Oh cantádmelo una y otra vez,
D A
(en su dulce sencillez)
En su dulce y divina sencillez,
D
Suene sobre tierra y mar,
A E A D A
Cristo puede, sí, salvar.
A
Este cántico me alegra;
E A
Cristo salva a aquel que crea,
D
Cristo da la vida eterna,
AE A D A
Cristo puede, sí, salvar.
CORO
D A
(oh cantádmelo otra vez)
Oh cantádmelo una y otra vez,
D A
(en su dulce sencillez)
En su dulce y divina sencillez,
D
Suene sobre tierra y mar,
A E A D A
Cristo puede, sí, salvar.
A
Pecador, ven sin reserva,
E A
Busca a Cristo, que te espera,
D
Ríndele tu vida entera:
AE A D A
Cristo puede, sí, salvar.
CORO
D A
(oh cantádmelo otra vez)
Oh cantádmelo una y otra vez,
D A
(en su dulce sencillez)
En su dulce y divina sencillez,
D
Suene sobre tierra y mar,
A E A D A
Cristo puede, sí, salvar.
"Hay Cantar que Mi Alma Llena" es un himno que resuena en nuestra alma con alegría y paz suprema. La dulce voz de este cántico nos recuerda que Cristo tiene el poder de salvar.
En su sencillez divina, esta canción nos invita a entonarla una y otra vez, proclamando que Cristo puede salvar. Su mensaje se extiende sobre tierra y mar, trayendo esperanza y salvación a todos.
El himno nos anima a encontrar alegría en Cristo, quien salva a aquellos que creen en Él y les brinda vida eterna. Nos insta a acudir a Él sin reserva, buscando la redención que solo Él puede ofrecer. Rendirle nuestra vida entera es la respuesta a Su llamado, confiando en que Cristo puede, sí, salvar.
Que este cántico resuene en nuestros corazones y se convierta en un recordatorio constante de la salvación y el amor inagotable de Cristo. Que su mensaje se difunda a través de nuestra voz, llevando esperanza y salvación a quienes lo escuchen.
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